Principales tendencias de los sistemas de pensiones en el mundo
El desafío principal de largo plazo que tienen los sistemas de pensiones continúa siendo la provisión de pensiones que sean financiera y socialmente sostenibles. Para enfrentar este desafío y asegurar el cumplimiento de los objetivos de los sistemas de pensiones, es necesario realizar reformas a la estructura, integración y complementación de los programas de pensiones contributivos y no contributivos, y actualizar periódicamente sus parámetros. Además, con estas reformas se debe adaptar los sistemas a la realidad y evolución de los mercados laborales y financieros.
Entre las reformas previsionales más relevantes registradas en los sistemas de pensiones durante las últimas décadas, están aquellas realizadas a los sistemas de reparto para enfrentar su insostenibilidad financiera de largo plazo. Los países que tienen este tipo de sistemas se han visto obligados a hacer continuos ajustes a las pensiones entregadas, a las tasas de cotización y a las edades legales de pensión.
A pesar de estas reformas paramétricas y de beneficios, el gasto en pensiones y los déficits financieros de los sistemas de reparto seguirán aumentando por el envejecimiento de la población. Por esta razón y por las reformas realizadas que vinculan más estrechamente los aportes con las pensiones, los beneficios deberán disminuir, lo que afectará severamente a las futuras generaciones.
Los sistemas tradicionales de pensiones en Europa están transitando hacia sistemas multi pilares de pensiones. Se observa un rol creciente de los programas privados de pensiones de cuentas individuales, tanto en los sistemas obligatorios, cuasi obligatorios y voluntarios, con el propósito de complementar las pensiones decrecientes de los sistemas de reparto y resolver la falta de portabilidad de los ahorros acumulados. La misma tendencia se observa en los mejores sistemas de pensiones del mundo. Incluso países con posturas ideológicas afines a un rol predominante del Estado, como China y Bielorrusia, están estimulando el desarrollo de planes de ahorro individual con orientación de mercado.
El total de activos en los planes privados de ahorro para pensión en los países de la OCDE subió significativamente en las últimas dos décadas, desde 59,0% a 105,1% del PIB entre 2001 y 2021. Los tres países con los mejores sistemas de pensiones en el mundo son también aquellos que tienen un mayor nivel de activos acumulados en los planes privados de ahorro. Además, los países europeos y de otras partes del mundo, incluida América Latina, están también reforzando las pensiones no contributivas dirigidas a los grupos de pensionados de menores ingresos, financiadas con recursos del presupuesto público.
En los planes ocupacionales de pensiones se observa una tendencia hacia programas del tipo “collective defined contribution”,como alternativa a los planes colectivos de beneficio definido que han estado en declinación por muchos años. Estos nuevos planes no otorgan garantías de pensión, sino que se define un nivel de beneficio objetivo en función de las tasas de cotización, que son fijas como en los programas de contribuciones definidas, y de las rentabilidades esperadas de las inversiones.
Los planes deben ser totalmente financiados. Por otra parte, la necesidad de aumentar la cobertura de los planes voluntarios de pensiones llevó a doce países (EE.UU., Francia, Nueva Zelandia, Italia, Reino Unido, Canadá, Turquía, Alemania, Lituania, Polonia, Gibraltar y Eslovaquia) a implementar el enrolamiento automático entre 1998 y 2023, a los cuales se sumará Irlanda en 2024.
Estas tendencias y experiencias internacionales muestran que la creación o fortalecimiento de los sistemas de reparto en América Latina sería una pésima política pública. Además, la propia realidad de nuestra región indica que los sistemas de reparto fracasaron y han sido regresivos y poco solidarios, y tienen riesgos significativos dadas sus características estructurales. El fortalecimiento de los sistemas de reparto y el debilitamiento de los sistemas de ahorro individual tendría también un efecto negativo sobre las pensiones no contributivas, porque el ahorro individual ha permitido liberar recursos públicos que antes financiaban los déficits de los regímenes de reparto, los que pueden ser utilizados para fortalecer las pensiones no contributivas y otros programas sociales.
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