Comenzó la temporada de memorias anuales, y con ello, la carta anual que dedican los presidentes de las empresas a sus accionistas. El puntapié inicial lo dio Banco de Chile.

Allí, el presidente del banco controlado por el grupo Luksic y Citi, Pablo Granifo, dijo a los accionistas que en el año 2022 “el entorno de negocios estuvo marcado por un inusual grado de volatilidad e incertidumbre local, dejando atrás la estabilidad de la cual solíamos ser un referente internacional. Es así como Chile pasó de ser una de las economías más dinámicas del mundo en 2021 (tras crecer un inédito 11,7%), a ser probablemente el único país que tendrá una recesión este año a nivel regional”.

Luego, recordó que “durante varios meses el peso chileno fue la moneda de peor desempeño a nivel global, lo cual contribuyó a que la inflación alcanzara el mayor registro anual desde 1991, siendo superada solo por Argentina y Venezuela. Esta tendencia, junto al creciente desequilibrio en las cuentas externas (reflejado en el mayor déficit de cuenta corriente desde los años ‘80), fue determinante para que el Banco Central haya sido uno de los más activos del mundo en subir la Tasa de Política Monetaria (TPM)”.

En esa línea, Granifo señaló que “más allá de los cambios en la economía global, es innegable que los factores locales han sido determinantes en la ampliación de desequilibrios del país, cuyos efectos recién los estamos comenzando a sentir. Entre ellos, no puedo dejar de mencionar los significativos costos que se generaron luego de los retiros de más de US$50.000 millones de los fondos de pensiones, los cuales, junto con exacerbar el nivel de gasto e inflación del país, redujeron el ahorro con un daño inconmensurable al mercado de capitales local”.

Al respecto, agregó que “la liquidación de activos generó una pérdida muy fuerte en la profundidad del mercado de largo plazo, terminando por elevar los costos de endeudamiento y reduciendo los plazos de diversos créditos, particularmente sobre los créditos hipotecarios, lo cual finalmente se tradujo en menores posibilidades de las personas para adquirir una vivienda”.

Bajo este escenario, afirmó que “esta situación deja en evidencia que aquella estabilidad económica que cuesta décadas en construirse, puede ser mermada por políticas cortoplacistas y carentes de bases técnicas, cuyos costos de largo plazo superan con creces los dudosos beneficios que se plantearon al momento de su implementación”.

Por otro lado, el presidente de Banco de Chile también advirtió que “el exceso de gasto en el que incurrió el país hace necesario un ajuste tal que permita retomar los equilibrios y, con ello, la estabilidad macroeconómica”.

Sobre ello, mencionó que “este proceso conlleva, necesariamente, un menor nivel de demanda y una recesión al menos hasta mediados del presente año, con un crecimiento que se mantendría en niveles bajos por los siguientes períodos. Bien sabemos que un bajo dinamismo conlleva a una serie de efectos negativos en empleo, distribución de ingresos, nivel de pobreza y recaudación fiscal, restringiendo con ello la disponibilidad de recursos que se pueden destinar al apoyo de las personas que más lo requieren”.

Dado lo anterior, Granifo planteó que “es de vital importancia que se realicen todos los esfuerzos para fortalecer las fuentes de crecimiento sustentables, principalmente las relacionadas con la inversión. Para ello se requiere que las reformas, actualmente en discusión, tengan las bases técnicas suficientes y recojan la experiencia internacional, de manera tal que constituyan un real aporte y fortalezcan las bases de desarrollo”.

En este contexto, el ejecutivo también quiso “realzar la importancia de que los cambios a la Constitución preserven aquellos elementos que han sido fundamentales para el desarrollo de los países”.

En lo que se refiere a su institución, Granifo destacó que en 2022 el Banco de Chile logró una utilidad de $1.409 mil millones, “superando el registro de años previos. Este resultado constituye un récord histórico.

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