Lo que nos debemos unos a otros Necesitamos un nuevo contrato social que se adapte al siglo XXI
Por Minouche Shafik
Todos participamos cada día en el contrato social, y rara vez nos paramos a pensar en ello. No obstante, los contratos sociales determinan cada aspecto de nuestras vidas, entre otras cosas cómo criamos a nuestros hijos y accedemos a la educación, lo que esperamos de nuestros empleadores y cómo vivimos la enfermedad y la vejez. Todas estas actividades requieren cooperar con los demás en beneficio mutuo, y los términos de esa cooperación definen el contrato social de nuestra sociedad y nuestro tipo de vida.
Las leyes y las normas sustentan estas interacciones diarias. En algunas sociedades, el contrato social depende más del apoyo de las familias y las comunidades; en otras, el mercado y el Estado desempeñan un papel mayor. Pero en todas las sociedades, se espera que las personas contribuyan al bien común cuando son adultas a cambio de ser atendidas cuando son pequeñas o mayores, o cuando no pueden cuidar de sí mismas.
Mi interés en los contratos sociales surgió a partir del deseo de entender las causas subyacentes de la ira que se ha manifestado recientemente en la polarización de la política, las guerras culturales, los conflictos sobre la desigualdad y la raza, así como las tensiones intergeneracionales sobre el cambio climático.
El descontento es generalizado. Cuatro de cada cinco personas en China, Estados Unidos, Europa e India cree que el sistema no les sirve, y en la mayoría de las economías avanzadas los padres temen que la situación de sus hijos sea peor que la suya (Edelman, 2019). La pandemia ha sido una gran revelación, ya que ha afectado con mayor dureza a los más vulnerables —los mayores, los enfermos, las mujeres y quienes tienen empleos precarios— y ha agravado las desigualdades existentes.
La mayor parte de esta desafección tiene su origen en el fracaso de los contratos existentes a la hora de cumplir las expectativas de seguridad y oportunidades de la gente. Los antiguos acuerdos se han roto debido a distintas fuerzas, entre otras, las fuerzas que han tenido un impacto general positivo sobre la sociedad.
Fuente: IMF
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