Informalidad laboral y Covid-19: vulnerabilidad o flexibilidad
Por Andrés Álvarez, Andrés Zambrano, Hernando Zuleta
A finales de abril de 2020 el número de infecciones por Covid-19 había superado los 2,8 millones de casos en todo el mundo, con un número de muertos cercano a 195 000 y 210 países y territorios afectados. En respuesta, se adelantaron varias iniciativas a nivel nacional o local para prevenir la propagación del virus. A la espera del descubrimiento de vacunas y tratamientos, el distanciamiento físico fue la única forma de romper la cadena de transmisión y proteger a grandes segmentos de la población. Por esto, se implementaron medidas de aislamiento en todo el planeta. Se estima que estas medidas tienen un impacto significativo en 1600 millones de trabajadores informales, con una sobrerrepresentación de las mujeres en los sectores más afectados (ilo, 2020).
Todos los trabajadores necesitan obtener ingresos para poder alimentarse a sí mismos y a sus familias. Quedarse en casa para protegerse del virus significa perder sus trabajos y sus medios de vida. Para el inicio de 2020, más de 2000 millones de trabajadores, el 62 % de todos los que trabajan en todo el globo, se ganaban la vida en la economía informal. Este porcentaje es el 90 % del empleo total en los países de ingresos bajos, el 67 % en los de ingresos medios y el 18 % en los de ingresos altos. Una observación similar se aplica a las empresas informales, que representan 8 de cada 10 empresas en el mundo. Se trata principalmente de unidades de pequeña escala no registradas, que emplean diez o menos trabajadores no declarados y poco calificados, incluidos los trabajadores familiares no remunerados, principalmente mujeres, que laboran en condiciones precarias, sin protección social ni medidas de salud y seguridad en el lugar de trabajo (ilo, 2020).
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