Nunca las pensiones dependieron tan directamente de los avatares de la guerra en un país cercano. Con una invasión de Ucrania que está disparando el precio de la energía y con esta energía que tiene un gran peso en el IPC, el resultado es una combinación que permitirá a los pensionistas preservar íntegro su poder adquisitivo, pero a costa de poner a prueba la sostenibilidad del sistema y de suscitar preguntas sobre el reparto de las cargas.

Todo arranca con la ley adoptada el 28 de diciembre pasado en que se ligaban las pensiones a la inflación. “Las pensiones de la Seguridad Social se revalorizarán al comienzo de cada año en el porcentaje equivalente al valor medio de las tasas de variación interanual expresada en tanto por ciento del IPC de los doce meses previos al diciembre del año anterior”, reza el artículo 1 de esta ley. Es decir, lo que ya se ha estrenado este año, las pensiones suben según la inflación.

El diario Bild , el primero en informar del desaire, citó duras frases de un diplomático ucraniano: “Todos aquí conocemos las estrechas relaciones de Steinmeier con Rusia. No es bienvenido en Kyiv en este momento. Veremos si eso cambia”. En la noche del martes, el embajador ucraniano en Berlín recompuso un tanto la situación e invitó al canciller Scholz a viajar a Kyiv para hablar con Zelenski de envío de armas a Ucrania.

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