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Envejecer saludablemente: el desafío de España ante el aumento de la esperanza de vida

El envejecimiento de la población en las principales economías del mundo debería ocupar cada vez más espacio en la agenda pública. Sin embargo, gran parte del enfoque de este debate es negativo, ya que se centra en las amenazas a las que se enfrentarán los servicios públicos: aumento de la carga asistencial en el sistema sanitario, insostenibilidad de las pensiones, mayor necesidad de cuidados de larga duración, menor productividad, entre otras.

Frente a este hecho incontestable e inmediato —una sociedad con más personas mayores de cincuenta años que jóvenes, y con un incremento significativo de quienes superan los ochenta, noventa y cien años—, el reto está en impulsar políticas públicas que no solo mitiguen esta situación, sino que la aprovechen. Envejecer con mejor estado de salud permitirá construir una sociedad más productiva, cohesionada y menos dependiente. Para ello, la transformación del sistema sanitario debería ser el epicentro del debate.

“Envejecer con mejor estado de salud permitirá construir una sociedad más productiva, cohesionada y menos dependiente”Uno de los principales logros alcanzados en el siglo XX ha sido el aumento de la esperanza de vida. De acuerdo con el Banco Mundial, en los diez años anteriores a la COVID-19, la esperanza de vida aumentó en 202 de 210 países analizados. En 2023, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, la esperanza de vida en España fue de 83,7 años (81 para los hombres y 86 para las mujeres), convirtiendo a nuestro país en uno de los líderes mundiales en este ámbito (Japón lidera el ranking con 84,5 años para ambos sexos). Este espectacular aumento en la esperanza de vida a nivel mundial, en parte, se debe a los avances en la biomedicina.

Hasta el siglo XX, la mayoría de la población mundial fallecía por enfermedades infecciosas. En la actualidad, las principales causas de muerte son las enfermedades no transmisibles (ENT) como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la demencia, entre otras. Según la Organización Mundial de la Salud, siete de las diez principales causas de muerte a nivel global son ENT, una tendencia que también se observa en España. Además, las ENT tienen una característica notable: su probabilidad de aparición aumenta con la edad. Por lo tanto, si vivimos más años, es más probable que nos enfrentemos a alguna de estas enfermedades. El reto para nuestro sistema sanitario es permitirnos vivir más años, pero con una mejor calidad de vida, promoviendo y preservando la salud.

“El reto para nuestro sistema sanitario es permitirnos vivir más años, pero con una mejor calidad de vida, promoviendo y preservando la salud”Para abordar este reto, en primer lugar, el Sistema Nacional de Salud (SNS) debe evolucionar a uno que no solo atienda y trate la enfermedad, sino que, sobre todo, la prevenga y retrase su aparición lo máximo posible, para así ganar calidad en los años de vida. Actualmente, según el Ministerio de Sanidad, los servicios de atención primaria y salud pública representan solo el 14% y el 3% del gasto sanitario total, respectivamente, frente al 60,7% destinado a servicios hospitalarios y especializados. Un primer paso sería aumentar progresivamente el gasto sanitario en atención primaria al 25% del presupuesto sanitario total, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En segundo lugar, las políticas públicas que promuevan la salud deben ir más allá del ámbito sanitario e integrarse en sectores como el transporte, la educación, el urbanismo, la vivienda, el empleo y el medioambiente. Esto implica adoptar una perspectiva de salud en todas las políticas públicas. Promover y proteger la salud no se limita a recibir atención médica o una receta; también incluye vivir en un entorno seguro, sostenible, con espacios para la actividad física y entornos laborales que protejan la salud mental de los trabajadores. Además, es fundamental integrar los determinantes sociales de la salud en la planificación de estas políticas, ya que el nivel de renta de una persona es uno de los predictores más fiables de su estado de salud. Las rentas más bajas tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y obesidad.

“El nivel de renta de una persona es uno de los predictores más fiables de su estado de salud. Las rentas más bajas tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y obesidad”En tercer lugar, es posible concentrar acciones sobre catalizadores de enfermedades, entre ellas el consumo de tabaco, la soledad no deseada y la obesidad. De acuerdo con la Sociedad Española de Epidemiología, aproximadamente unas 63.000 personas en España mueren por el consumo de tabaco. La soledad no deseada, por su parte, es un factor de riesgo para numerosas enfermedades. Como señala Noreena Hertz en su libro The Lonely Century, las personas que experimentan soledad tienen un 29% más de probabilidad de desarrollar enfermedades coronarias, un 32% más de sufrir accidentes cerebrovasculares y un 64% más de padecer algún tipo de demencia. En España, el 20% de los adultos se sienten solos y el 13,5% experimenta soledad crónica, es decir, la han padecido durante más de dos años. Asimismo, la obesidad es la pandemia silenciosa (o ya no tanto) de este siglo: en los últimos treinta años, la prevalencia de obesidad en adultos en España se ha multiplicado por 2,4. El exceso de peso (sobrepeso con obesidad) afecta al 55,8% de la población adulta, lo que incrementa las posibilidades de sufrir enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.

Por último, el reto de promover un envejecimiento saludable no debe recaer exclusivamente en las personas con edades cercanas a la tercera edad. Es una tarea que debe involucrar a los más jóvenes. La educación en salud y la promoción de hábitos saludables son fundamentales para preparar a las nuevas generaciones y evitar un futuro marcado por enfermedades crónicas y dependencia.

España se enfrenta a un reto mayúsculo e imposible de evadir como consecuencia de lograr un hito sin precedentes: combinar una de las esperanzas de vida más altas del mundo con aumentar los años de vida saludable. La tarea (y las amenazas) no son menores, pero existen soluciones que se pueden implementar ahora. Y la viabilidad social y sostenibilidad de nuestro sistema de bienestar dependen de ello.

 

 

 

 

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