Ecuador. Fondos de jubilación en el sector privado se vuelven más asequibles para despertar interés. Ahora captan a quienes tienen entre 30 y 35 años

La frágil situación que arrastra el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) desde hace años y que amenaza la sostenibilidad financiera del sistema, según estudios actuariales, ha puesto a pensar a muchos afiliados en si alcanzarán a cobrar una pensión cuando llegue el momento de jubilarse.

Actualmente existen 3′747.546 afiliados y 619.308 jubilados y pensionistas. Hay seis afiliados por cada pensionista. Antes la relación era distinta, había más afiliados por cada jubilado. Pero con el tiempo las jubilaciones han crecido a un ritmo mayor a comparación del ingreso de aportantes al seguro, debido a la pérdida de empleo. Hasta el año 2018, ocho afiliados cubrían a un pensionista, de acuerdo con los estudios actuariales de diciembre de 2019.

Con esa incertidumbre, más el estancamiento económico del país, Elizabeth Cruz, una empleada de 31 años de edad, que lleva cinco aportando al seguro, empezó a buscar otras opciones para acumular dinero para su retiro. Le gustaría jubilarse antes de los 60 años y dedicarse a viajar, pero sabe que con el Seguro Social no lo podrá hacer en ese momento porque le faltaría tiempo de aportación y edad.

Afiliados del IESS se jubilan entre los 53 y 73 años de edad, dependiendo de condición de vejez, discapacidad o invalidez

Para acceder a la jubilación por vejez en el Seguro Social, el afiliado puede hacerlo sin límite de edad si registra 40 años de aportación. También pueden retirarse quienes cumplen 60 años de edad o más y tienen al menos 30 años de aportes.

En el sector privado no todas las compañías de seguros ofrecen productos de pensión, retiro o jubilación. Los nombres pueden cambiar entre las empresas, pero el sentido es el mismo: generar un fondo de ahorro a mediano o largo plazo.

La denominación técnica es seguros de renta vitalicia, que están dentro del ramo de seguros de vida individual, aclara Patricio Salas Guzmán, secretario ejecutivo de la Federación Ecuatoriana de Empresas de Seguros (Fedeseg).

Se diferencian de los depósitos a plazo fijo que ofrecen las instituciones financieras, porque los productos de las aseguradoras vienen acompañados de seguros de vida, en caso de fallecimiento del asegurado. Y también se distinguen del Seguro Social porque el monto máximo que entrega el IESS como jubilación es de $ 2.300, mientras que en el sector privado puede ser mucho mayor, dependiendo de cuanto se ha ahorrado.

En el mercado local hay ofertas desde los $ 25 mensuales para mantener un fondo individual. La cuota de aportación, así como la meta de acumulación y los plazos del ahorro, los determina cada persona de acuerdo con sus planes, necesidades, situación familiar y económica. El objetivo bien puede ser la jubilación, pero también puede tener otros propósitos que quiera el cliente, como invertir en un negocio, pagar estudios, adquirir un vehículo o bien inmueble.

Como si fuera una cuenta bancaria, el cliente puede revisar el movimiento de su dinero, el rendimiento financiero que obtiene, cómo va la planificación para lograr la meta, entre otros detalles. Además, en el transcurso el usuario puede aumentar en el monto de la cuota cuando quiera, indica Salas.

Asimismo, en algunas compañías se otorgan préstamos a largo plazo, considerando el tiempo de aporte y la cantidad de recursos reunidos.

Salas explica que lo más recomendable es adquirir un fondo de pensión a la edad más temprana posible, desde que se empieza la vida productiva. Resulta más conveniente porque habrá más tiempo para ahorrar, pagando una menor cuota de aportación mensual o anual, y se puede planificar una mejor renta a recibir al final.

Por ejemplo, una persona que a sus 25 años empieza a ahorrar y proyecta su retiro para cuando cumpla 50 tendrá que transferir cuotas o primas más bajas. En cambio, alguien de 35 años, que también se puso como meta los 50, tendrá aportes más altos para conseguir su objetivo porque dispone de menos tiempo, describe el vocero de la Fedeseg.

A diferencia de otros países, en Ecuador todavía hay un alto nivel de desconocimiento entre la población sobre estos fondos privados, por ello aún no tienen una mayor acogida ni protagonismo, reconocen Patricio Salas y ejecutivos de empresas aseguradoras.

Según datos de Fedeseg, en el año 2022 la reserva de los seguros de vida-ahorro sumaron $ 105,9 millones, en 2021 se registraron $ 106,2 millones, en 2020 $ 106,4 millones, y en 2019 $ 106,7 millones.

Los expertos admiten que una de las limitaciones que tenía el público era, hasta hace poco tiempo, el alto monto de la cuota a pagar.

Víctor Jaramillo, un profesional independiente de 36 años, quiso contratar un fondo privado hace algunos años, sin embargo, no lo hizo porque la mensualidad le resultaba elevada para su nivel de ingresos. Así que solo adquirió un seguro de salud. Ahora nuevamente piensa en abrir una cuenta para su jubilación porque ha visto que los costos han disminuido.

Juan Carlos Maldonado, jefe comercial de canales alternativos de la aseguradora BMI, señala que, en efecto, anteriormente las cuotas podían ir desde de los $ 200, en promedio, y para muchas personas no era accesible.

Ante esa realidad, y tomando en cuenta la situación económica del país, se cambió de estrategia para captar más clientes, incluyendo a otros segmentos socioeconómicos, explica Maldonado.

Agrega que en la compañía hay un monto tope de $ 11.000 al año que se pueden aportar. Esto es una medida para prevenir un posible lavado de activos, en cumplimiento de disposiciones de la Unidad de Análisis Financiero y Económico (UAFE).

Aunque todavía hay poca acogida, a raíz de la pandemia se ha generado más interés por este tipo de productos, destaca Sonia Vizcaíno, gerenta nacional del Área de Vida y Asistencia Médica de Tecniseguros.

Las personas que más consultan o contratan generalmente tienen entre los 30 y 35 años, la mayoría están casados y tienen hijos, así que proyectan el ahorro en función de su familia, resalta la gerenta. Los solteros, en cambio, planifican en función a cómo quieren pasar su vejez.

No es frecuente que los más jóvenes adquieran el producto, porque al iniciar su etapa laboral sus prioridades suelen ser distintas, sus ingresos más bajos y aún no piensan en jubilarse.

Vizcaíno explica que una vez terminado el tiempo fijado para el ahorro y alcanzado la meta, el cliente tiene la facultad de retirar todo el dinero reunido, tomar solo una parte, pedir a la aseguradora que le transfiera cada mes a modo de pensión o seguir ahorrando.

Néstor Rodríguez, experto actuario y socio de la firma Iceberg Actuarial, recomienda que antes de contratar un seguro se debe buscar información sobre las empresas que hay en el mercado, con el fin de verificar su experiencia, de qué país provienen y cuáles son los respaldos con los que cuentan para cubrir el dinero de sus clientes si en el futuro ocurre alguna emergencia con la compañía.

Además, Rodríguez sugiere que el plan de ahorro debe incluir la posibilidad de obtener financiamiento con el mismo dinero que se guarda.

La Federación de Empresas Aseguradoras actualmente trabaja en una iniciativa con la Junta de Política y Regulación Monetaria y Financiera, que busca promocionar los fondos de ahorro privados como una alternativa más asequible. Esto es parte de la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera, adelanta Patricio Salas.

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