Cuando tengamos sesenta y cuatro. Oportunidades y desafíos para la política pública en un contexto de envejecimiento poblacional en América Latina y el Caribe

Por Rafael Rofman & Ignacio Apella

Los países de América Latina se encuentran en pleno proceso transición demográfica y, por lo tanto, de envejecimiento poblacional. Este fenómeno implica que durante las próximas décadas ocurrirá una caída relativa de la cantidad de niños y un incremento de la de adultos mayores, hasta que la estructura poblacional comience a estabilizarse. Este proceso no es homogéneo, ya que tanto la magnitud como la velocidad de estos cambios difiere entre países. Algunos de ellos, como Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador, Colombia, Uruguay, y la mayoría de los Estados del Caribe, se encuentran en una etapa avanzada de la transición demográfica, con tasas de fecundidad equivalentes a las de reemplazo. Los restantes países de la región se encuentran en una etapa temprana de la transición con tasas de fecundidad algo
superiores a las de reemplazo, pero con un tendencia decreciente (Banco Mundial, 2016).

El envejecimiento poblacional es el resultado de una reducción lenta pero sostenida de la mortalidad, lo cual implica un incremento de la esperanza de vida y una caída de la fecundidad. Este hecho que sugiere una mayor capacidad de las familias para controlar el número de niños y un aumento del papel desempeñado por las mujeres en las actividades no domésticas. Ambas tendencias son el reflejo de una mejora en las condiciones económicas, de bienestar y de desarrollo de los países. Sin embargo, este proceso también genera desafíos para la política pública: muchas instituciones, como el sistema de salud, de educación, de pensiones y el marco de regulación laboral, entre otras, se ven afectadas por los diferentes contextos demográficos y deben adecuarse para asegurar su efectividad y eficiencia frente al nuevo escenario.
En este sentido, el envejecimiento poblacional supone dos claros desafíos para la política pública. Por un lado, una población más envejecida demanda mayores recursos fiscales para servicios sociales, como aquellos asociados con el sistema de salud, el cuidado de largo plazo y las pensiones (y potencialmente menores recursos para educación). Por otro lado, la disminución del tamaño de la población en edad de trabajar, al reducir la fuerza de trabajo, podría condicionar el crecimiento económico en el largo plazo.

Fuente @openknowledge.worldbank

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