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Aportaciones desde la economía del comportamiento para abordar la discriminación de género

Por Beatriz Slooten

Me gustaría empezar este trabajo por su conclusión, y la conclusión es que la psicología está tomando mayor relevancia en la política pública, porque, para que esta sea efectiva, tenemos que generar cambios en el comportamiento de las personas, y para ello es necesario tomar en cuenta sus sesgos y sus actitudes. En este trabajo quisiera presentar tres ejemplos sobre esto, pero primero haré una breve presentación sobre qué es la economía del comportamiento (EC) y cómo nos puede ayudar en la política pública.

Una primera pregunta que nos podemos hacer es por qué surge la economía del comportamiento. La principal razón es que la economía considera al ser humano un ser que siempre toma decisiones con base en la optimización de utilidades. Detrás de este concepto está la idea de que, ante una diversidad de opciones, los seres humanos decidimos de manera racional qué es lo mejor para nosotros, buscando siempre aumentar nuestro bienestar o utilidad, e incluso nuestra felicidad. Esta es una de las premisas que ha sostenido el pensamiento económico, especialmente desde la perspectiva de la escuela utilitarista.

No obstante, desde la investigación psicológica se alzó la voz para decir: ¡momento! No funcionamos necesariamente así. Las personas no siempre tomamos decisiones racionales y, por el contrario, en muchas ocasiones tomamos decisiones que van en contra de nuestro bienestar. Así nace la EC, para entender cómo toman decisiones las personas, a partir de qué mecanismos cognitivos y emocionales y cuáles son los elementos que toman en cuenta cuando toman la decisión.

Fuente: @Research Gate

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