El Banco de Inglaterra someterá en 2023 a pruebas de resistencia a las entidades financieras no bancarias que operan en el Reino Unido, tras detectar un riesgo de volatilidad en ese sector, ha indicado este martes en su informe periódico sobre la estabilidad del sistema financiero.

El banco central británico pide además a la comunidad internacional “una actuación urgente” para reducir los riesgos que pueden presentar ese tipo de empresas, que son variadas y operan desde muchos países.

“Hoy en día, muchos préstamos comerciales y otros servicios financieros provienen de instituciones financieras distintas de los bancos”, constata el Banco en su informe. “Hay que fortalecer la resiliencia de este sector”, subraya.

Se consideran entidades financieras no bancarias aquellas que ofrecen servicios financieros sin una licencia bancaria, lo que significa que no están sujetas a la misma regulación. Pueden incluir, entre otras, fondos de pensiones o de capital privado, aseguradoras, prestamistas y firmas de microfinanzas.

El Banco de Inglaterra tiene en su punto de mira los llamados fondos de inversión impulsados por pasivos (LDI, en inglés), a los que a menudo recurren los fondos de pensiones, cuyas “debilidades” quedaron expuestas en septiembre durante un periodo de inestabilidad de la deuda soberana del Reino Unido, dice.

El Banco recuerda que, en ese momento, “tuvo que intervenir temporalmente en los mercados de deuda pública para que los fondos pudieran aumentar su resiliencia”, pues se planteó un riesgo sistémico.

Paralelamente, la institución reconoce que los bancos británicos, a los que somete a frecuentes pruebas de resistencia, sí están preparados para absorber el impacto de una crisis incluso “mayor que la que ahora se prevé”.

El Banco de Inglaterra alerta además en su informe de que las dificultades económicas por la alta inflación y tipos de interés, entre otros factores, harán más probable que los ciudadanos, las empresas y los gobiernos no puedan pagar sus deudas.

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