Chile. Las AFP encontraron Tumanamá…

Vasco Núñez de Balboa emprendió las primeras expediciones al interior de lo que hoy conocemos como Panamá, a principios del siglo XVI. En el empeño conoció a un aborigen llamado Comagre, quien le procuró algo de oro y esclavos. Sin esperar las Luces europeas, el dulce comercio (Montesquieu) ya hacía de las suyas en América. Según las crónicas, cuando Núñez de Balboa repartió el oro entre sus soldados, algunos alegaron injusticia y se produjo una riña. Entonces, Paquiaco, hijo mayor de Comagre, les increpó de esta manera:

“Si yo supiera, cristianos, que sobre mi oro habíades de reñir, no vos lo diera, ca soy amigo de toda paz y concordia. Maravíllome de vuestra ceguera y locura, que deshacéis las joyas bien labradas por hacer de ellas palillos, y que siendo tan amigos riñáis por cosa vil y poca. Más os valiera estar en vuestra tierra, que tan lejos de aquí está, si hay tan sabia y pulida gente como afirmáis, que no venir a reñir en la ajena, donde vivimos contentos los groseros y bárbaros hombres que llamáis. Mas empero, si tanta gana de oro tenéis, que desasoguéis y aun matéis los que lo tienen, yo os mostraré una tierra donde os hartéis de ello.”

Nada podía excitar más a un conquistador que mentarle el oro. Tumanamá se llama el lugar, agregó Paquiaco, está a seis días de camino, cruzando sierras antes de llegar al ‘otro mar’. Buscando Tumanamá, en el año 1513, Vasco Núñez de Balboa “descubrió” el Océano Pacífico.

Con mucho menos esfuerzo las AFP encontraron, en el siglo XX, algo mejor que Tumanamá: una masa de millones de clientes cautivos que les proveen una riqueza renovable, inacabable, inextinguible: cotizaciones obligatorias a cambio de muy poco o nada.

Fuente: Piensa Chile

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