Escándalo de corrupción del hijo de Bolsonaro perjudica reformas en Brasil

Una nube de corrupción se cierne sobre la política brasileña, amenazando con descarrilar el ambicioso programa de reformas gubernamentales y con destruir las esperanzas de ciudadanos e inversores ansiosos de un cambio.

Esta frase podría haberse escrito numerosas veces durante el último cuarto de siglo. Pero pocos brasileños o inversores extranjeros esperaban leer algo así en enero de 2019, durante las primeras semanas de un gobierno electo basado en una plataforma dedicada a erradicar la corrupción y a promover reformas vitales que las administraciones anteriores no quisieron o no pudieron implementar.

El más reciente escándalo también está en sus primeras etapas, y los inversores querrán saber más antes de tomar decisiones. La historia reciente de Brasil muestra que los escándalos de corrupción, como las nubes, a menudo se disipan tan rápidamente como aparecen. A fines de 2005, el escándalo del “mensalÒo” (gran mensualidad) estuvo cerca de acabar con el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), después de que se descubriera que ciertos altos funcionarios, en lugar de entregar los ministerios a los aliados de otros partidos a cambio de apoyo, habían estado repartiendo dinero en efectivo.

Pero luego vino el auge mundial de las materias primas y el inicio de una década de prosperidad. Los programas de asistencia social del PT ayudaron a sacar a decenas de millones de personas de la pobreza. Luiz Inacio Lula da Silva se convirtió en un héroe nacional y el escándalo del “mensalÒo” desapareció de la atención pública.

La sucesora elegida por Lula da Silva, Dilma Rousse, no tuvo tanta suerte. Cuando las condiciones globales cambiaron en 2014, Brasil se vio envuelto en una aplastante recesión de dos años de la que aún está luchando por recuperarse. La investigación “Lava Jato” reveló el nivel de la continua adicción del PT al soborno como una ruta al poder, de la misma manera que la recesión reveló la magnitud de su inadecuada gestión económica.

Esta vez, los brasileños fueron implacables, y Rousse fue destituida como presidenta en agosto de 2016, sólo para ser reemplazada por un gobierno interino que se convirtió en el más impopular de la historia de Brasil

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